lunes, 2 de julio de 2012

El diario de Clotilde.


Esta es una pequeña historia que tuve que hacer tras la visita al museo Sorolla en Madrid mientras estaba en la ESO, como seguramente cierren el blog donde fue publicada, he decidido colgarla aquí para que no se pierda, porque me da pena, no me quedó del todo mal, pero bueno. Está inspirada en Clotilde Sorolla, la mujer del pintor, Joaquín Sorolla y me vino a la mente al ver el cuadro que pondré abajo.

Hoy Joaquín se ha vuelto a ir, esta vez el viaje va a ser seriamente largo. Ha recibido un encargo desde Norteamérica, tiene que pintar los paisajes más bellos de España. Me ha preguntado sobre si veía bien que se fuese, mas un año es mucho tiempo. Le he dicho que partiese, pues antes de marido es pintor. No puedo poner límites a su sueño y dedicación. Los patios y jardines sin su presencia son aún más fríos de lo habitual. Ha empezado a helar, va a ser un invierno gélido, más de lo normal, pues ya no podrá darme su calor. Extraño sus besos, caricias y “te quiero”, y eso que apenas han pasado dos días.
Desde pequeños hemos estado unidos, es el típico amor de película.
Ay, me pongo a recordar los pequeños momentos que hemos pasado juntos, incluso cuando le pidió mi mano a mi padre… Perfectas tardes a su lado…

-Cinco días después-

Hoy he recibido una carta suya, dentro del sobre había una postal de los jardines de la Alhambra.Es hermosa. Desearía poder haber ido con él. Pero tengo que cuidar de los pequeños. Además, apuesto a que solo retrasaría su trabajo.
Hoy he paseado por los pasillos y salas donde tiene almacenados estratégicamente sus bocetos y cuadros sin terminar. He descubierto un retrato mío vestida de negro. Como si fuese a ir a un funeral, mi rostro se torna serio, triste, apagado. No sé en qué se ha basado, supongo que en algún sueño.
Voy a ver a Sofía, que no deja de llorar.

-Un mes después-

He tenido unos percances estos días, por eso no he escrito nada. Joaquín hijo enfermo, anhela a su padre. Queda  apenas una semana para que acabe el año, un nuevo año a tu lado, Joaquín. Empiezo a pensar si en algún momento volveremos a pasar ese cambio de fecha tan bien como en nuestra juventud. Era todo tan genial… ¡Echo de menos sentir tus labios sobre los míos!
Vuelve pronto, amor.

-Tres semanas después-

He recibido otra postal, esta es de las playas de Murcia. Hermosas, pero no tanto como las de mi Valencia.

-Cinco meses después-

He estado enferma estas semanas. Tras descubrir el secreto que me había estado guardando Joaquín…enfermé, a punto estuve de fallecer. Mis lágrimas están cayendo de nuevo por mis mejillas. Joaquín se está muriendo, el médico diagnosticó que en un año no iba a poder mover su cuerpo por la parte derecha. ¡Y él ya lo sabía! No entiendo porque no me ha dicho nada… cuando yo siempre le cuento todo. Espero, quiero verle ahora.
Joaquín, regresa  ya.

-Quince días después-

Hoy hace siete meses que Joaquín se fue, y dos días desde que recibí la última carta suya, con una fotografía esta vez: en ella se veía un palacete de Segovia, increíble monumento.
Me dijo que para el martes 14 volvería. Estamos en 1922, en febrero ya. Las semanas pasan deprisa. Volveré a escribir cuando hable con él.

-14 de febrero de 1922-

Hoy ha vuelto Joaquín, por san Valentín. Hemos estado hablando y hemos llegado a una conclusión. No va a quedar incapacitado, va a seguir pintando con ayuda de sus aprendices y de sus hijos. Yo también le ayudaré, pero de otras formas, pues pintar no es mi punto fuerte.
No hay mejor regalo en el día de los enamorados que pasarlo junto a esa persona especial que hace que tu corazón palpite a un ritmo frenético.

*** 

Pasaron los meses, todos ayudaron a Joaquín a seguir adelante: pintaron muchos cuadros, hicieron grandes obras entre todos. Elena hizo grandes esculturas en honor a su padre.
Entonces llegó una fuerte lluvia. En aquel verano de 1923, Dios se llevó a Joaquín y también a Elena. Fueron dos grandes golpes en tan poco tiempo...
Pero de todo este dolor también quedaron buenas cosas, como los recuerdos, las obras de arte, y la casa en Madrid, la cual ahora está abierta a todo el mundo, ya que hice una casa-museo en su honor, y de director puse a nuestro hijo Joaquín, así siempre mantendrá algo de su padre en él.
Gracias a esto, espero que todo el mundo aprecie su gran trabajo durante todos estos años.
                                      Siempre le querré, eso no lo dudo.

Atte.: Clotilde Sorolla.



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