jueves, 22 de diciembre de 2011

Runaways.

Puso el mapa sobre la mesa y le miró a los ojos.
-Nos vamos. -Sentenció con una sonrisa picaresca.
-¿Dónde nos vamos?, ni siquiera tenemos comida. -Le miró preocupada.
-No lo sé. Lo único que sé es que me quiero ir lejos, contigo, y estar para siempre juntos. -Se arrodilló a su lado y le cogió de las manos. -Por favor..
-Está bien -sonrío y soltó una risa cantarina. -Vamos.
-Mañana, a las 6 y media en el callejón. ¿De acuerdo?.
-De acuerdo.
Se despidieron con un beso y cada uno se fue a su casa. Prepararon las maletas metiendo lo primero que pillaban. Y cayeron dormidos. A la mañana siguiente despertaron, aprovechando que ninguno se había quitado la ropa del día anterior, cogieron las cosas y se pararon en sus respectivas puertas. Echaron un vistazo a la que había sido su habitación por esos largos 16 años y con una sonrisa y una mirada con algo de preocupación, salieron de allí. A la hora que habían acordado se encontraron en el callejón de detrás de la casa de ella. Él la besó como si no hubiese un mañana posible. La cogió de la mano y fueron hasta la estación. Allí se metieron en un autocar al azar y se sentaron atrás del todo, junto a la ventana.
-¿Me quieres? -dijo ella.
-Te amo. -Le contestó y ella sonrió.
-¿Nos imaginas de viejos?
-Sí. Seremos la típica pareja de ancianos que viven en el campo. Yo estaré en el porche de nuestra casita viendo a nuestros nietos corretear y leyendo un periódico. Mientras, tú harás galletas para todos y contaremos viejas acnédotas de "nuestros tiempos mozos" -él rió al decir la última frase. Ella, tan solo sonrió y asintió con la cabeza.
-Va a ser duro, pero lo haremos juntos.
-Te amo.
-Te amo.

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