sábado, 6 de agosto de 2011

Parecía un salón de baile

Y otra vez vuelvo a soñar con su rostro, aquellos ojos oscuros como la noche más profunda del invierno. Su rostro pálido como la nieve. Sus labios carnosos y rojos como la sangre.
Despierto. Me encuentro tumbado en una de las camas de aquel hospital, todavía no sé como he llegado aquí, nadie me lo quiere decir. Miro alrededor de la sala. Estoy solo, como siempre. Pero hoy noto algo diferente, unas rosas rojas adornan aquella solitaria silla del fondo de la sala. ¿Quién las habrá dejado allí?. Tienen una nota, pero no la puedo leer,ya que los tubos que recorren mi cuerpo no me dejan apenas moverme. Miro por la ventana. Veo una sombra moviéndose por los árboles de aquel pequeño bosque. Es ella, lo sé. Llevo soñando con su cara varias semanas, no sé quien es, no sé su nombre, es la primera vez que la veo, y me encanta. Su mirada me pierde, apenas se distingue la pupila del iris, todo es negro, oscuro, tenebroso. Quiero tocar su suave rostro. Quiero sentir que es de verdad.
En aquel momento una enfermera entró en la sala. Miré de nuevo por la ventana, ella ya no estaba. Giré mi cabeza levemente para encontrarme con aquel rostro amable. ¿Pero qué?, era aquella mujer, me miraba de manera perversa, rió y rió, me acarició con suavidad la mejilla y me dijo al oído,casi en forma de susurros "ha llegado tu hora, nos fundiremos en un vals que nunca terminará, nunca." Y así fue, bailamos sin parar, mis ropas ya no eran como las que recordaba, vestía un traje negro y un gorro de copa. Ella lucía hermosa, sus ojos ya no eran oscuros, ahora eran verdes, sonreía, y esta vez no daba miedo. Miré alrededor de nuevo, ¿dónde estoy?. Parecía un salón de baile.

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